Crónicas desde Tijuana: Dandy del Sur

Alejandro Vázquez, escritor de Monterrey.

Introducción y disculpa
Traté de escribir desde Tijuana. Me fue imposible. Fueron tantas emociones y tantos recuerdos maravillosos, que dejé que la vida y los amigos me llevaran de un lado a otro. Esta es el primero de varios posts que escribo sobre este viaje imborrable. Espero que les guste.

***

La avenida clásica de Tijuana, ubicada en el mero centro, es la Revolución. Quienes no conozcan la ciudad, es esa típica avenida que sale en todas las películas y documentales, llena de personas de todos los estratos sociales: obreros que salen de la maquiladora, gringos buscando fiesta, turistas, gente local. Músicos que pasan de bar en bar con un bajo sexto y acordeón. Cholos venidos de San Diego. Y el viernes pasado, paseo de un grupo de jóvenes escritores que llegaron a la Feria del Libro local. Yo miraba asombrado a todos lados.

Con tantos lugares a dónde ir, le pedimos consejo a Joel Flores, escritor zacatecano radicado en Tijuana y casado con Flor Cervantes, una mujer maravillosa y divertidísima que nos sirvió de guía local:

- Váyanse al Dandy y allá los alcanzo- dijo Joel

Esa fue nuestra primera parada para un tour que no terminó en 48 horas.

El Dandy del Sur está custodiado por un tipo bajito y casi sin cabello, cuya cabeza reluce bajo las luces de neón que le dan nombre al lugar. Siete personas pasamos. A las mujeres les pidió su identificación "para comprobar su edad". Por dentro, la luz color rojo deja ver algunas mesas pequeñas en las que la cerveza dominaba: a 35 pesos la botella con derecho a unas palomitas. Muy encerrado y apretado, espejos en las paredes y muchos objetos colgados de la pared.

La oferta del Dandy (a secas, decir "del Sur" es de turistas) incluye una amplia carta de bebidas alcohólicas y vino, a buen precio. También hay carne seca y alguna otra botana. El techo del lugar está tan polvoso y lleno de ceniza de cigarro, que se puede escribir en él. Como no encontramos lugar, el mesero le pidió a una pareja que se cambiara de lugar para que pudiéramos sentarnos todos juntos.

La pareja refunfuñó un poco, pero aceptaron. Veinte minutos después estaban fundidos en un abrazo con saliva y manos en las nalgas.

En las paredes se pueden ver algunas fotos de la gente 'famosa' que ha pasado por ahí (que no son pocos). Desde Iñárritu hasta Julio César Chávez se han echado un trago en este lugar. Los baños son limpios y con los clásicos letreros de "Solo se fía a personas mayores de 90 años acompañados por su abuelito". La música está suave: todo depende de la rocola que está al centro del lugar, pero en donde puedes encontrar rock nacional, baladas de pop o rock gringo.

El lugar se deja querer: la plática surge solita, los meseros no molestan. Unas gringas en la barra se toman fotos y otros más celebran una despedida de soltero, haciendo payasadas y disparándole tragos al festejado. Después de una hora, decidimos movernos de lugar. Chingá, hay tantos lugares para ver y tan poco tiempo.

Antes de irnos, alguien del grupo comentó:

- Este es el lugar de Luis Humberto Crosthwaite
- ¿Qué?
- Sí, el que sale en Idos de la Mente, el libro.

Lo tomé como una señal divina.




Comentarios

  1. Queee? Tan cortito? Noooo Memo lo dejaste cuando apenas iba a acomodarme para leer mejor! Jajaja saludos Memo!

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