Pequeños relatos de la pandemia (VI)



1
Esta foto es de mis favoritas. La tomé un viernes más o menos a mediodía en Iztapalapa, una de las zonas más golpeadas por el Covid. Un policía iba diciendo "Sana distancia, sana distancia, párense en el lugar señalado en el piso". La gente obedecía muy bien. Otro día en la estación Balderas, me tocó ver un diálogo surrealista. Iba un tipo muy malencarado y otro se le puso muy cerca para abordar. El malencarado le dijo:

- ¡Susana Distancia hijo de tu pinche madre, qué no ves que Susana Distancia o te parto tu madre!

El otro ya no tuvo más remedio que hacerse para atrás. Los demás nomás nos reímos.




2
Por mucho tiempo las plazas comerciales estuvieron cerradas y algunas hasta estuvieron cercadas, para que la gente no se metiera a vandalizarlas. Era bien apocalíptico ver las tiendas por fuera sin gente, lugares que comúnmente están abarrotados. Me acuerdo que el día que avisaron que ya las iban a cerrar (en marzo) lo anunciamos en el radio y un radioescucha nos dijo:

- Ni es cierto, yo trabajo en Plaza Toreo, ni las van a cerrar, hasta creen.

PUM, sí pasó. La de arriba es Reforma 222, solo dejaron abierto un acceso restringido para que no las vandalizaran. Por cierto: subió muchísimo el graffiti en la ciudad, por todos lados hay pintas. Al haber menos gente y vigilancia, todo está pintarrajeado. 



3
El sexoservicio en Tlalpan fue una cosa muy curiosa. Nunca se detuvo. Los hoteles tampoco cerraron del todo, siempre hubo una puertita para que pasaran los clientes ja ja ja. Se podía ver la entrada principal cerrada, pero la entrada para empleados estaba abierta 😂 Me enteré que como había tan poca gente en las calles, los clientes usaban sus autos o se iban atrás de los puestos de lámina a pocos metros de la avenida ¡!

Eso sí, disminuyó mucho. Vivo a tres calles de la estación del metro, así que diario me tocaba verlas. A veces una o dos, pero ni con la lluvia se detuvo. La foto de arriba fue del viernes cuando comenzó la nueva normalidad: salieron todas las trabajadoras y, puedo decir, se veían animosas y platicadoras. Una cosa muy muy triste es que muchas de ellas, al tener menos clientes, tuvieron que aceptar trabajo de limpieza en los hospitales. Me pareció tristísimo cuando leí esa nota al aire.



4
Mi hermana Coral da terapias a gente con discapacidad y estuvimos platicando mucho de eso. Por ejemplo, el señor de arriba que va en su silla de ruedas tendría que tener más cuidado en la higiene de las manos y no tocarse la cara. Sin embargo, no hubo mucha información de parte de las autoridades. Es complicado.

Otro sector de la población que tampoco recibe mucha información es la comunidad sorda o los hipoacústicos. Muchas de las señas dependen de tocarse la cara o de hacer expresiones con los labios, por lo que tener un cubrebocas es poco práctico. ¿Cómo te das a entender si dependes de una seña en la que te tocas el cachete? Supimos de unos casos muy dramáticos en donde toda la familia se fue enfermando poco a poco. 

Otro día hablaré de todos los niños con parálisis o en el espectro autista que no recibieron su terapia.



5
Otra de mis fotos favoritas. El niño traía unas cosas para vender y el policía lo estaba regañando por algo. Nótese que ninguno de los dos trae bien puesto el cubrebocas. La verdad es que el chamaco estaba bien vivaracho y le hacía la plática al poli con mucha confianza (se ve que se conocían o que lo había detenido antes). Se la pasaron manoteando un rato, pero llegó mi tren y ya no supe qué pasó.

Me encanta mi ciudad cuando me da escenas así.

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